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Los especialistas en Laboral del bufete Revelles Abogados creen que la herramienta será «protagonista» este año en procesos de ajuste

El escenario convulso de 2023, aún marcado por las consecuencias de la crisis inflacionaria y el aumento de costes para las empresas, obligará a empresas a realizar ajustes laborales y los ERTE seguirán siendo «protagonistas» como mecanismo de flexibilización de plantillas. Así lo creen los tres especialistas en Derecho Laboral del bufete Revelles Abogados, José Luis Ortega Lozano, Pompeyo Gabriel Ortega Lozano, también profesor de Derecho del Trabajo de la Universidad de Granada y Sara Guindos Morales, profesora del departamento de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Granada, que analizan en esta entrevista la evolución de los ERTE en Granada. «Se respira un ambiente de desaceleración económica, de una u otra manera, todos somos conscientes de ello, pero a nivel jurídico-laboral estamos mejor preparados que otras veces y podemos actuar con más agilidad frente a circunstancias sobrevenidas», aseguran.

Hasta 104 empresas granadinas mantuvieron ERTE durante el pasado año 2022 y 1.109 trabajadores se vieron afectados ¿cómo valoran las cifras, en qué momento estamos?

-Si hacemos una comparación con los años anteriores, sin duda, son cifras positivas. Consecuencia de la pandemia, el mecanismo del ERTE quería impedir una drástica destrucción de empleo al implementar y acoger este «modelo europeo» de respuesta inmediata a crisis mediante la fórmula de sistemas de reducción del tiempo de trabajo –«short time work schemes»–. Además, tengamos en cuenta que este sistema de no destrucción de empleo, en su máxima aplicación, llegó a ser aplicado por más de 550.000 empresas y 3,6 millones de personas asalariadas.

Estas empresas se encontraban en ERTE consecuencia de la pandemia. Ahora, estas empresas que continúan en ERTE son consecuencia de la desaceleración importante en el sector concreto al que se dedican y que pueden achacarse a efectos tales como los altos costes de energías o a desabastecimientos de productos necesarios para continuar con su producción (crisis de suministros, como, por ejemplo, los chips de los automóviles).

-¿Qué evolución podemos esperar de la herramienta de los ERTE en este 2023? ¿Vamos a ver más en Granada?

-Sin duda, el ERTE se ha convertido en un instrumento permanente con el que ajustar el capital personal de las empresas de manera temporal, apaciguando así la volatilidad que posee nuestro mercado laboral y que, más que nunca, ahora también se enfrenta a peligros externos de un mundo globalizado. El ERTE va a situarse como protagonista en los procesos de reestructuración empresarial, intentando otorgar al despido colectivo un papel secundario o de última ratio. El ERTE es un mecanismo necesario para la supervivencia de la empresa y ha mutado a instrumento cotidiano de nuestro empleo. Por tanto, continuaremos teniendo ERTE en determinados sectores específicos que no terminan de recuperarse y en aquellos sectores que puedan sufrir coyunturas difíciles.

-¿Será una herramienta común por tanto para ajustar plantillas?

-Sí, es una manera legal para ajustar la plantilla a la realidad de la empresa por un tiempo determinado. Pero no podemos confundirnos: el ERTE no puede utilizarse como medida «especulativa» y para justificar un mayor beneficio de la empresa en virtud de determinados costes energéticos. Tiene que ser un instrumento real de flexibilidad para unas circunstancias concretas tasadas por la norma y que actúe, a su vez, como medida preventiva de consecuencias peores. Además, el ERTE está pensado para ser una alternativa a los despidos como medida que pueda ser adaptada inmediatamente ante una situación de crisis o reestructuración empresarial.

Se trata de una política del derecho promocional y de fomento de la adopción «prior tempore» de este tipo de medidas frente a las más traumáticas de despido. Ahora bien: el legislador no ha querido imponerlas legal e imperativamente como una «ultima ratio», por lo que el despido colectivo continúa siendo una posibilidad factible en las empresas en crisis por causas económicas, técnicas, organizativas o de producción. Por tanto, continuaremos conviviendo con el ERTE, pero también con despidos colectivos.

-¿Habrá un repunte de ERTE en este 2023?

-A nivel global es difícil un repunte prolongado del número de ERTE, pero sí ocurrirá en determinados sectores muy concretos y que continúan sufriendo una severa desaceleración: automovilístico, manufactureros, textil, transporte, hostelería, etcétera. Entre ellos preocupan los sectores con costes de energías muy elevados.

-¿El ERTE en Torras Papel puede ser el primero de más en la industria?

-Lo primero de todo, sobre el ERTE de Torras Papel lamentar la situación, y, especialmente, que no se haya podido solucionar vía negociación colectiva, pues hubiera sido lo ideal. Es una situación compleja con muchos matices e intereses contrapuestos. Dicho esto, el ERTE deberá actuar como una solución «transitoria» para unas circunstancias excepcionales y, sobretodo, para no tener que aplicar medidas más severas que terminen desembocando en un despido colectivo.

Debe recordarse que la finalidad primordial del ERTE tras la reforma es la de situarlo como primera opción en procesos de reestructuración empresarial desplazando y limitando estrictamente el protagonismo a los despidos colectivos. Se pretende ajustar temporalmente el empleo de la empresa intentando que no se produzca la destrucción de empleo que podría ocurrir con el planteamiento de un despido colectivo.

Es una alternativa a la destrucción del empleo. Tendencia desgraciadamente frecuente en las crisis y procesos de reestructuración empresarial, a pesar de que uno de los objetivos explícitos de los periodos de consulta-negociación colectiva ha sido la de evitar o reducir el umbral de las extinciones, protegiendo así a las relaciones laborales ante aquellos procesos de cambio estructural con los que evitar ese impacto económico negativo que pueda sufrir la empresa y, consecuentemente –inmediatamente a continuación–, el trabajador.

El ERTE protege así el empleo ajustando las horas de trabajo e impulsando la estabilidad y seguridad de las relaciones laborales. Son supuestos en los que, consecuencia del panorama referido, se produce un excedente de trabajadores y, ante la opción primera y más traumática hasta ahora, en clara referencia al despido colectivo, se aplica este mecanismo de flexibilización laboral en un escenario claramente negativo de crisis económica general o del sector.

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